Mi primera clase de Feldenkrais

No es gimnasia. No esperes fortalecer la musculatura en una clase de Feldenkrais.

No es ese el objetivo.

¿Qué se puede esperar?

La primera clase de Feldenkrais fue para mí una gran incógnita. Intrigada doblemente por saber qué ocurriría durante la clase y por el resultado.

El profesor indica que el objetivo es prestar atención a cómo te mueves cuando te mueves, a eliminar el esfuerzo en la medida de lo posible, te anima a seguir sus indicaciones mientras observas cómo lo haces, y que haciendolo así,  puedes aprender a reconocer tus propios patrones y así poder cambiarlos.

La verdad es que durante el trascurso de la primera clase es fácil que te preguntes: «¿lo estaré haciendo bien? » o «¿servirá de algo?»

Ahora sé que obtienes los mejores resultados cuando no esperas nada. Cuando haces los movimientos con el único objetivo de disfrutarlos, entonces ocurre que tu sistema nervioso recupera la posibilidad de elegir lo que mejor te conviene y deja de actuar por impulso.

Siempre que la curiosidad te guíe, lo que haces está bien.

Y sirve de mucho

Tener esas dudas, hacerte esas preguntas es el punto de partida de quien empieza a prestar atención a su cuerpo. Es la mayor evidencia de la desconexión que se ha creado entre tu cuerpo y tú mismo y es necesario recuperar esa conexión.

La buena noticia es que es muy fácil recuperarla y tan solo necesita algo de práctica.

Para mí, la mejor definición de qué es una clase de Feldenkrias es esa: recuperar la conexión contigo mismo.

Te encontrarás un poco perdido en las primeras clases pero no importa. «No sé si hago bien el movimiento», «no sé si la postura es correcta», «no sé si estoy haciendo mucho esfuerzo». Si, si, hacer el mínimo esfuerzo no es fácil, más bien todo lo contrario. Hemos sido entrenados en la escuela del máximo esfuerzo pero cuando reconocemos el mínimo nuestro sistema nervioso conecta con las funciones motoras adecuadas para cada acción.

En una clase de Feldenkrais buscamos el movimiento más pequeño, el mínimo esfuerzo para hacer movimientos muy fáciles. Y al principio esto es un reto.

Todas estas dudas son una muy buena señal de que el aprendizaje ha comenzado.

El estado ideal para empezar una clase de Feldenkrais es estar intrigado por lo que ocurrirá durante la clase, sin esperar nada y  terminar más intrigado aún, con muchas preguntas y muchas ganas de seguir aprendiendo.

Por ahora, quédate con las buenas sensaciones que te producen las clases. Te sientes mejor cuando termina, el dolor de cabeza ha desaparecido, la molestia del cuello ha mejorado. «No sé por qué pero me siento mejor». Disfruta esa sensación y continúa haciendo los movimientos y ampliando tu conciencia, que aunque al principio con cierta inseguridad, vas a ir conectando contigo mismo.

Y tu cuerpo lo agradece

Gracias

 

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